Pide palabras,
resúmenes, anotaciones.
Quiere palabras,
las degusta, las analiza intensamente.
Me las recita en la tibieza,
sobre el cuerpo recién ardido.
A veces las compartimos un poco:
las manipulamos en el aire
para luego quedarnos en silencios de paréntesis.
Las palabras lo imantan, lo dejan graciosamente despeinado,
desnudo, esperando próximas batallas no verbales.
Quién sabe qué hace con ellas en soledad,
si las mezcla en su conversación interior o qué cosa.
Sospecho que las usa de contraste,
para espiarse desde otros trazos.
Quizá las interroga a ver si estas palabras andan diciendo alguna
verdad.
Ojalá se vista con ellas,
y desayune,
o baje al río y a la vuelta traiga frutas y picantes desde
la feria;
las deje andar sueltitas por la casa,
entre las recetas de la cocina.
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