viernes, 15 de marzo de 2013

Necesidad de ponerse a amar urgentemente.

Como si no fuera un acto involuntario
como si uno tuviera que proponérselo
recordárselo
empeñarse en conseguirlo.

Amar urgentemente, necesariamente.

Amar respirando, amanecerse amando.

La práctica del amor o practicar la amadora, 
concretamente.

[Amorito mío, ¿me amás?]

Convocar a los amantes para el ejercicio de hacer lo que saben.

Amontonar esa república de amor en el pecho y germinarla
invitar a los desconocidos a que la pueblen y la fecunden
nacionalizarse un amante indocumentado
suplicar por embajadas de amantes
tener clandestinos encuentros para cruzar las fronteras 
y transnacionalizar el amor, 
embanderarse.

Que nos den de amar, parafraseando a Juan
leer a Juan
amarlo irremediablemente 
hasta la tinta.

Inventar el amor
verlo donde no está
esperanzarse
emocionarse
tener ganas de dar el siguiente paso…

En fin, tantas cosas…
                                               urgentemente.

jueves, 14 de marzo de 2013


Hoy tenemos una noche arañada,
hoy nos abismamos a lo más universal del mundo:
no nos quieren.

lunes, 11 de marzo de 2013


Puedo hacer círculos de humo en la noche. Nadar en su recipiente azul.
Recorrer lentamente la distancia de una amputación perfecta, casi dibujada, la mitad hecha polvo o agua –quién sabe-.
Puedo estirar el suspiro y revolver el silencio que cae como el roció a eso de las 19. 45 sobre el recorte de los edificios vecinos. Mirar la noche con los ojos de un huérfano te hace ver la ciudad cada día como recién nacida. Un espectáculo unipersonal gratuito y sanador.
Contemplo como se levanta la luna desde su cueva, lejos, detrás del río y más allá. Desde mi tercer piso, ventana, contrafrente miro los insomnes que prenden sus cigarros y tiran las migas del mantel al vacío en plena clandestinidad.
Tengo un extraño romance con esas ventanas.

viernes, 8 de marzo de 2013


Despertase temblando de miedo, frente al espanto, y escabullirse en las sábanas sangrando.
Despertarse temblando de miedo en medio de la noche que te sopla azules por el pelo y te echa a andar por la espalda una muerte de agua.
Despertarse amputada, hipotérmica y con fiebre, temblando de miedo.
Despertarse sin la piel, que es peor que estar desnuda sobre el hielo.
Despertarse doliendo a las tres de la madrugada, a la hora que entra el ángel de fuego a clavarnos recuerdos en la garganta. Allí, a solas y en silencio, despertarse… temblando de miedo.