martes, 31 de marzo de 2015

Con vocación de árbol
dejo caer imágenes tuyas
sobre la ventana que da al otoño en esta comarca.
[Debe ser la época de la desnudez, quién sabe]
Imágenes frescas, como la noche que se oleó a lo oscuro antes de ayer.

Sobre vos todos son enunciados en la brevedad,
instantáneas sobre tu boca y otros acordes
que repaso mientras celebro los golpes de suerte y de aires.

Allí está tu resplandor,
el vértigo,
la delicia,
todo lo que me traigo de vos, y a veces desojo.

Allí todo lo encantador e inobjetable:
que en una mano tuya, caben muchas de mis manos;
que en el tiempo que demora el disco podés besar muchas veces;
que hasta que no amanece no te desprendés de la risa;
que cuando me voy parecés más niño que antes.

También hago algunas conjeturas sobre la ternura,
sobre lo que ocurre en el presente,
sobre la naturaleza de la fantasía.

No me preocupa que sea ridículo
y un tanto evanescente.

Muerdo algunas palabras para no tardarme en trampas emocionales
me muerdo los labios, los bolsillos...
para que seas una celebración sin pretensiones,
un enunciado que no se conjuga,
algo que se recibe sin emboscadas intelectuales.

Esa cualidad es lo que te salva del tiempo,
de la fundación conceptual,
y me deja en libertad
para soltar tus rastros sobre la ventana que da a la calle, que tiene otoño, que trae luz.


jueves, 5 de marzo de 2015

acudís a mi nombre

te queda lindo en la boca

sobre todo la ese, la e...

me llamás con todos los acordes de la noche

descorrés mis breteles como si fueras abrir una ventana que da a mis huesos

balconeás con mi sombra

después lo hacés

sin vergüenza, con apetito

acomodás mis secretos en lugares livianos

me mirás la intemperie y me decís que me estás viendo abandonar la última piel, que no me ponga nerviosa

yo hago todo lo contrario

desnuda sobre el vértigo

no me lo creo

respiro cortito

vuelvo a maldecirme

grito por los ojos, por las manos

vos me atajás en lo oscuro

me capturás como para una foto

me quedo como un pajarito contando tus costillas

y te clavo la risa sobre el cuero de manera involuntaria

bucles negros se amarran en tus manos

como algas de felicidad trepando el agua

repetís mis apodos

confiás en la catarata de las sábanas

me invitás a navegar

no me soltás de la alegría hasta que amanece

había olvidado que estabas en silencio

ahora me bautizás nuevamente

me estás convidando el latido

y quedamos en llamarnos

martes, 3 de marzo de 2015

Gustar del agua,
que anda bailando los cinco charcos y la multitud de este costado.

Feliz bajo el paraguas
repasando mentalmente algunos enunciados sobre lo increíble.

Y otra vez el agua que viene de viaje y viento,
meridianos musicales cruzando el cuerpo,
moviéndolo involuntariamente.

Lluvia
que llega hasta vos como me llega a mi;
como aparece el rastro de los giros y las curvas;
como se dibujan solitos los ciclos, rulos del aire o vueltas de la vida.


Gotas y bocas sobre la piel del agua.

domingo, 1 de marzo de 2015

Lo mejor de todo esto es que llueve, que es de siesta, que la fresca trajo palabras, que afuera la gente sale de la oficina y se saluda hasta el lunes. Lo mejor de todo esto es que los obreros de la construcción están mirando la lluvia en la ventana de un edificio que remodelan en el centro, y también sueltan suspiros, y qué están como para sacarles una foto. Y yo que pienso en los overoles… Pienso en los obreros de la construcción y en que mi amiga Sara está convencida de que cuando trabajan en realidad están bailando. A mí me gusta mirarlos cuando ellos miran la lluvia. Lo mejor de todo esto es que pienso en mi amigo Marcos, que saca unas fotos hermosas, y automáticamente pienso en la baldosa que me mojó hasta la rodilla y que no llevo paraguas. Lo mejor de todo esto es que la mañana fue hermosa, que cuando venía llegando un poco tarde al trabajo me llené la mirada de nubes cargadas de agua, y que me gustan los colores que toma la ciudad cuando viene la tormenta. Lo mejor es que  cuando está nublado las fotos son hermosas, y que mi amigo tomaría la mejor foto si ahora mismo pudiera ver a los obreros mirar la lluvia y bailar… Pero las miradas son aún más nítidas y concretas, las de la gente desconocida, la del chico que me crucé en la vereda del correo -por ejemplo- que era guapísimo. Me gusta decir “guapísimo”. Lo mejor de todo esto es que volví a casa con la certeza de que la ropa tendida en la mañana estaba empapada, y bueno… Lo mejor es que, salvo el empleado de la inmobiliaria, hoy el mundo fue menos antipático. Lo mejor de todo esto es que pienso en la lluvia […]