Si el dibujo se antoja de vos, nace una ciudad.
Justo entre las costillas, este pequeño pueblo,
se vuelca en camino de venas, funda municipio, atalaya y una
parroquia.
Corre como multitud real encendiendo faroles en esquinas
dormidas o borradas;
los distintos pliegues de una fiesta.
Resulta que estabas entreabriendo las pupilas,
mandando señales a la región presente;
instantes apenas breves donde la distancia se empata y se
arrima caprichos-amante a la frontera.
La mirada es tregua;
lugar acuático;
encuentro des-nudo;
las únicas verdades que retengo para coleccionar.
Lo mejor es lo que sucede en ese territorio de los ojos.
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