jueves, 13 de noviembre de 2008


Ese hombre entra en la cama de brazos abiertos

se mete en la sabanas libre de trapos y de dientes.
se zambulle en el sueño como un niño que llega al mar.

Y si fuma 
se moldea el humo contra el vidrio de la noche;
y cuando tiene insomnio 
se despabilan las sombras.

Merodea la costa de la cama 
y llena de barcos la bahía; 
le suspiran cangrejos en la mano, 
le golpea la boca la marea.

Cuando ese hombre
esta vestido de claro-oscuro 
la madrugada se alarga para alcanzarle la espalda.

El abre el silencio con su aliento.

Al levantarse 
se lleva el mar en las pupilas.


A N.B

martes, 11 de noviembre de 2008


Una mirada al borde de la tarde
no es tristeza, no
es poesía.

El pelo y los ojos que se dejan ir -o traer-
ese dulce arrastre hacia lo que -por fin -vendrá.

Giros tordos, sordos, de tauros espejados vienen a arañar la tarde.

La mezcla es un sustituto malherido
que viene muletiando alegremente

Para éstas alturas
ya nos habremos arrancado los dientes y los trapos,
y habremos mimado al felino feliz que todos llevamos dentro.