La mirada se me quedó en la luna, a la mitad de la luna
-felinamente feliz-.
Sobre un rascacielos
–tambaleándome-
dejo que me abrace la intemperie extensa, dibujada para mis
silencios.
Soplo los últimos mosquitos del verano, me despido del
carnaval con la certeza
de estar siendo desenterrada de la tristeza.
Ya en las alturas, pesco mojarritas lunares para decorar la
ventana de la habitación donde descansan mis pasiones cotidianas; hilos de lana
azul –desordenados-.
Desparramo mi mirada por la nocturnidad,
le quito espacio a la lágrima con la misma fascinación con
la que un gato araña el cielo
dejándole tajos parasiempre.
Celebración es decir
que a muchos de nosotros la noche nos cura.
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