domingo, 2 de junio de 2013

Los heridos se reúnen al bordecito del tajo. Tan temprano.
Yo dolí antes de ayer- dice uno.
Yo también- el otro.

Intercambian las cicatrices de sus mapas y las ponen a exorcizar en una copa de vino.
No están convencidos de nada en general y dudan de todo en particular, pero quieren risas y bocas cuando la noche se les cae en los ojos.

No sé si te quiero, pero quiero una casa de abrazos que amanezca con vista de ventana y un arbolito deshojándose en amarillo, rojo y violeta- dice ella.
De vez en cuando pienso en otra que escribe cartas de barro desde un país verde, pero hoy quiero los secretos de tu pelo oscuro- él contesta.

Una noche olvidada están intentando nacer, mutar, limpiar el polvo. Una noche tan cerca de la herida se encuentran para curarse. Para intentarlo rabiosamente.

Me duele, todavía- ella se despide.

Tranquila, a mí también- él la consuela.

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