Los heridos se reúnen al bordecito del tajo. Tan temprano.
Yo dolí antes de ayer- dice uno.
Yo también- el otro.
Intercambian las cicatrices de sus mapas y las ponen a
exorcizar en una copa de vino.
No están convencidos de nada en general y dudan de todo en
particular, pero quieren risas y bocas cuando la noche se les cae en los ojos.
No sé si te quiero, pero quiero una casa de abrazos que
amanezca con vista de ventana y un arbolito deshojándose en amarillo, rojo y
violeta- dice ella.
De vez en cuando pienso en otra que escribe cartas de barro
desde un país verde, pero hoy quiero los secretos de tu pelo oscuro- él
contesta.
Una noche olvidada están intentando nacer, mutar, limpiar el
polvo. Una noche tan cerca de la herida se encuentran para curarse. Para intentarlo
rabiosamente.
Me duele, todavía- ella se despide.
Tranquila, a mí también- él la consuela.
No hay comentarios:
Publicar un comentario