Apenas doler. Casi…
Aire que sopla/ saltito/ danza.
Llorar por la aventura. Por ese giro. Por la mirada nocturna
y libre. Y porque mañana resucitemos de las sábanas y sea septiembre.
Y la señorita que dice:
Separe en sílabas la vivencia, conjugue la maravilla,
calcule la raíz cuadrada del recuerdo, fraccione el beso, réstele un día,
someta la tinta a que se precipite, germine una tormenta, estime el promedio de
habitantes del planeta Suerte. Y así subordinadamente…
Ahora mismo, ¿sigue siendo dolor el barquito que se hamaca
en las manos,
en los ojos,
en el ombligo,
en la historia del más acá,
en el murmullo que se va barranca abajo, hasta la boca del
agua?
¿Doler de qué cosa?
¿De un indicio?
¿Y si ese rastro es simulacro/ trampa de arena/ árbol
entregado a la mansedumbre/tres de la mañana/ casa en silencio/ costumbre/ pasatiempo?
Vivir para contarlo, y hacerlo relato, escalera, aguacero,
carcajada.
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