jueves, 25 de septiembre de 2014

Quiero ser el testimonio de mis uñas.
Una danza que se habita y se transpira.

Tener conciencia de que hay dolor donde la palabra falta,
[donde la palabra trampa]
un dolor anecdótico frente a tanta vida.

Y que ese silencio es la sangre, 
el ruido del corazón,
el equilibrio de los talones,
los ligamentos del salto, 
las rodillas del mundo en la flexión de la existencia…
y que la cicatriz es el rastro de que el caer también ordena el peso, 
la ocupación de espacio, la sombra.

La anatomía del recuerdo contrasta el presente.
La figura y el fondo –con su exacta confusión- 
significan que andamos sintiendo, y eso es bueno.

Quiero elegir lo que defiendo.
Reconocer que hay un espacio que desconozco y temo.

Saber que estoy llorando, porque dejo y clausuro, 
porque agradezco y amo, porque espero y recibo, 
porque suelto y sano.

Confió en el desenlace… 
Será bueno y feliz.
Sé que habrá bocas, lluvias, vinos, siesta, convites, fiesta.


Y que todo eso será bueno.

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