Lo mejor de
todo esto es que llueve, que es de siesta, que la fresca trajo palabras, que
afuera la gente sale de la oficina y se saluda hasta el lunes. Lo mejor de todo
esto es que los obreros de la construcción están mirando la lluvia en la
ventana de un edificio que remodelan en el centro, y también sueltan suspiros, y
qué están como para sacarles una foto. Y yo que pienso en los overoles… Pienso
en los obreros de la construcción y en que mi amiga Sara está convencida de que
cuando trabajan en realidad están bailando. A mí me gusta mirarlos cuando ellos
miran la lluvia. Lo mejor de todo esto es que pienso en mi amigo Marcos, que
saca unas fotos hermosas, y automáticamente pienso en la baldosa que me mojó
hasta la rodilla y que no llevo paraguas. Lo mejor de todo esto es que la mañana
fue hermosa, que cuando venía llegando un poco tarde al trabajo me llené la
mirada de nubes cargadas de agua, y que me gustan los colores que toma la
ciudad cuando viene la tormenta. Lo mejor es que cuando está nublado las fotos son
hermosas, y que mi amigo tomaría la mejor foto si ahora mismo pudiera ver a los
obreros mirar la lluvia y bailar… Pero las miradas son aún más nítidas y
concretas, las de la gente desconocida, la del chico que me crucé en la vereda
del correo -por ejemplo- que era guapísimo. Me gusta decir “guapísimo”. Lo
mejor de todo esto es que volví a casa con la certeza de que la ropa tendida en
la mañana estaba empapada, y bueno… Lo mejor es que, salvo el empleado de la
inmobiliaria, hoy el mundo fue menos antipático. Lo mejor de todo esto es que
pienso en la lluvia […]
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