jueves, 18 de junio de 2015

Temprano helaba, y sonreí.
Como a las ocho y pico tenía trámites pendientes, un tour de mesas de entradas con secretarias antipáticas, pero el corazón no me defraudó.
Sobre la diagonal de la plaza, esa que te encontrás como si quisieras irte corriendo hasta la ventana que da al río, [esa...¿te ubicás de cuál hablo?] allí, el sol encandila. La vereda se despereza, se quita las esquirlas de la noche y te las tira por la cara hasta que se vencen las pestañas. Caminar  a ciegas y tomar sol helado.  Una pequeña gloria personal, ya que en el verano el sol me aburre. [Pero a las ocho y pico, después ya no].
Temprano temblaba queriendo desenredar los cables del auricular.  Entre la impericia de mis dedos abrigados y el apuro por ponerle banda sonora a la ciudad pasaron varias cuadras. Siempre el mismo ritual. ¿Yo? Perdiendo, claro. Metí las manos en los bolsillos y encontré los tesoros del último invierno en el abrigo: papelitos con direcciones, "menthopluses" y un beso todavía re utilizable. ¿Resultado? Vamos mejorando.
En la verdulería, unos pibes ordenaban por tonos las naranjas de un cajón. Recordé que en mi pueblo decían que con las heladas  los cítricos endulzan, ¡y qué ganas de escribir! ["¿qué cosa le causa gracia a la loquita esta?" se preguntaron y siguieron trabajando].
De camino, encontré gente, estatuas y perros en trampas de lana. Lo cierto es que tardé siete canciones de mi lista urbana anti desánimo en llegar a ese sitio a dónde iba, y ya tenía el esqueleto perfectamente templado de felicidad. Indemne atravesé el túnel cotidiano de comentarios del día sobre las bajas temperaturas y cierres de listas electorales.
Para el medio día, ya había confirmado que mi alegría es un insulto para varios, y me importó poco, porque este invierno los cítricos estarán dulces, las palabras se desprenderán de las bufandas y los soles serán generosos como para pintar cuadros. No, no; yo no pinto, no. Sólo ensayo alegorías. En la calle no suelo llevar anotadores, entonces hay que esperar a regresar a casa, y soltar la boina, y desamarrar los rulos, y  balbucear lo que he sentido, que no es grandioso, pero sí lo es: multitudes de ojos acuarelados por la humedad; la última fina piel mostrando sus verdades y sus grietas al aire fresquísimo; lo conmovedor del olor que hace entibiar las tripas; la celebración de la existencia de chocolates y fuegos; los detalles mínimos y encantadores de una temporada con mala prensa. Algunos testimonios antojadizos de andar vivo y anónimamente feliz.


Después llamó una amiga por teléfono y me dijo "seguro que vos andás contenta con el frío". 

jueves, 11 de junio de 2015

hacer sonar algo,
algo.
las mentiras de los dedos;
los resortes respiratorios,
las copas que hay en el corazón cuando vienen los amigos a brindar;
el timbre de la ternura.
hacer sonar la música,
bailar  golpeando los talones en el suelo y que todos despierten a la fiesta.
sonar la rabia metida en el grito.
hacer sonar la cuerda donde se está templando el placer.
hacer sonar la ciudad mientras se llueve la vida,
y vos saltás de charco en charco,
y te estás riendo de tu suerte bajo el paraguas.
hacer sonar la mente con ideas
 y permanecer en vigilias luminosas.
hacer sonar susurros al oído, 
y que resbalen en la nuca secretos y miedos y flores.
sonar los huecos,
la arquitectura de los huesos con un abrazo,
las canaletas del vértigo y sus remolinos;
las hojas de los libros y las de los arboles.
hacer sonar algo,
-siempre-.
ser testimonio de vibraciones,
acumular inventarios ruidosos,

total, para los silencios siempre hay tiempo.

viernes, 5 de junio de 2015

Hombrecito encendido
sale a la música,
agita sus banderitas al otoño, a la vereda.
Baila,
y vuelve a bailar.
Sus fronteras frutales son endémicas, tiernas, dulces.
[Ahorita tengo el paladar lleno de esquinas y sabores]
Hombrecito abocado a la tarea de alumbrar la casa,
disponerla para el encanto...
En las inmediaciones de la alegría,
los amigos de lo humano acuden al timbre,
saltan tres escalones en la risa,
atraviesan un zaguán azul y celebran lo reunido.
[Girando estoy en ese mapa de luz]
Hombrecito encendido
-suelto y feliz -
inaugura fiesta en la comarca y convida.