viernes, 16 de febrero de 2018

Nos toca carnaval y es tregua. Aquí adentro, las calles entran en movimiento, por compás o cercanía o perfume. Sigo la caravana que pulsa. Los ojos solos toman forma de brindis, esa transparencia. No llevo ningún registro y confundo los saldos del año anterior. Mis trajes y máscaras son tan finas que van quedando en el suelo, algunas personas juegan con ellas por un rato. Yo también me guardo amuletos: una banderita azul, una servilleta con dirección postal y un animal mitológico pequeño. Asoma el sol y me quedo con esta risa ensortijada, de infancia. Lo nuevo así de frágil o breve, y también lo queremos.

¿Qué cosa hacemos los días sin carnaval?

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