viernes, 25 de marzo de 2016



te miran el ojo mirador; en ese Otro o instante ya no se retrocede; alguien inventa -te inventa- pestañas y señales

este ojo izquierdo da discursos, cada tanto una verdad en primerísima primera plana; escribe las paredes; araña la luna; toca los timbres de los vecinos y tira palabras por debajo de las puertas; abre preguntas o paréntesis entre los cíclopes; y también sale corriendo con las pupilas en los bolsillos y el agua. cosas que aprendí viendo mirar

para el ejercicio, el mirante juntó ojos anteriores, y los tuyos; y resultó esto: un lenguaje que se practica con la distancia, ensayando el punto de vista o la intuición, como saber que viniste a la fiesta y por fin encontrarte allí con tus dos ojos

el ojo del espejo es casi un contraojo; o capricho; como este ojo que nunca aprende, que siempre anda metido en ojo ajeno

me gusta saber que cuando me veo en lo mirado me recupero de cualquier peste y puedo volver ilesa al paisaje, sentir un olor, viento, pedacitos de alegría
eso debe ser la felicidad: ver el reflejo y -a veces- mirar la misma cosa

Foto: Marcos Priolo- Octubre 2015- Ruta del Pisco

jueves, 3 de marzo de 2016

Superhéroe

Otra vez en la calle. La prisa. En encendí el teléfono: tres llamadas perdidas. Era por trabajo. En el semáforo siempre la misma historia, mirar lejos-elnomirar-, y poner cara de estar pensando cosas importantes. "Estoy demorada. Varias cuadras. Dejame abierta la reja. Entro"- contesté mensajes. Y, cuando marchaba por la Alameda en bajada esquivando viejas, me lo encuentro. Era Batman, en 60 centímetros. Con capa, con antifaz. Decidido, me frenó con su manito libre. Cerró mi paso. Cortó el impulso, mi apuro, las preocupaciones. Desbarató la lista mental de los temas de la reunión. Me obligó a inspeccionar un objeto.

--"Mirá, te quiero mostrar el camión verde que me regaló mi papá. Es nuevo. Antes tenía otro, también verde, pero más chiquitito".

--Me gusta. Y, ¿anda rápido?- le pregunté.

Madre de Batman: --"Rafael, dejá tranquila a la chica".

--"Pero mamá, es..."

Avancé algunos metros soltando la risa, cuando descubrí el "Chau, Chau, Chau" a grito limpio, desde el colectivo.
Aquí está,
recién aterrizando: naranja o rojo;
haciéndose notar con su conducta caprichosa.
Se repite, se copia a sí mismo. Y lo adivino otra vez.

Tengo algunas hipótesis sobre su nombre de pila,
linaje,
el numeral de su puerta;
pero nunca llamo, salvo que encía, que pinche, que lucha, que llueva.
Reconozco su trazo cuando anda cerca
porque deja miguitas sobre los surcos o mis veredas;
es predecible, y aún así, inocente.
Si lo nombro -ese vértigo-
cae un trueno y tiembla la antena municipal.

Aquí está,
habitando los pliegues:
casa, libro, acantilado, cucharitas...
Real como el clima o el tiempo.
[¿Tiempo dije? Ahora me vengo a dar cuenta de mis incorrecciones. Corten]

Decía... su naturaleza de nudo,
su forma cíclope de enroscarse bajo la lengua,
de aguar lagrimales, dinamita las represas
y es una fiesta toda el mineral.

Aquí está: intacto, nadando.

Ya no lo combato.
Lo dejo venir o estar un rato, depende el día.
[El tiempo no cuenta, canté]
Hago que ocurra su lugarcito en la terraza para ver tajos en la noche;
conversar -apenas- sobre el derrame de los detalles que nos importan.